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Actividades de incentivo: mucho más que un juego (o no)

9 de Marzo de 2020

Pocos serán los sorprendidos si decimos que aquellas empresas que desarrollan una política de cuidado a los clientes internos (empleados) consiguen un mejor clima laboral y, como consecuencia, una implicación superior del personal en la consecución de los objetivos. Es decir, que si te sientes parte de algo el deseo de que ese algo funcione satisfactoriamente es mayor que si te sientes un número más abandonado a tu suerte en un rincón.

Tampoco pecamos de originales al recoger una serie de metas (hay muchas más) que tantos estudios previos ya han analizado y que hacen referencia a algunos de los pilares sobre los que el coaching de equipos trabaja: mejorar la comunicación con el resto de integrantes de la compañía/departamento al que perteneces, conseguir o reforzar la confianza para expresar ideas con libertad y respeto, la asunción de responsabilidades propias –y no el escurrir el bulto y culpabilizar a otros si hay problemas-, reforzar los elementos en los que destacas, así como el trabajo de pulido de aquellos en los que flaqueas, etc.

Con estas premisas en mente, en Bodegas y Viñedos Casa del Valle hace tiempo desarrollamos las primeras actividades enoturísticas que tenían como función generar un ambiente positivo en los participantes y que, normalmente, tenían cabida como complemento a jornadas de trabajo que se desarrollaban en las salas de la bodega. Juegos en los que, casi sin darnos cuenta, se tocaban de manera superficial aspectos formativos.

A partir de ese primer paso hemos ampliado la perspectiva con la que contemplamos nuestras propuestas y, siempre con la idea de aportar valor a grupos y empresas participantes, hemos rediseñado nuestras dinámicas, desarrollándolos en 3 vertientes diferentes:

1.- Incentivo-Ocio: respetando el origen de las actividades y con la participación de los asistentes, el fin es divertirse sin otra idea que no sea disfrutar de una experiencia diferente porque sí.

2.- Formación: atendiendo a las necesidades del grupo o empresa, en esta vertiente la acción se personaliza para abordar, desde el juego y la competición, un reto en el que se trabaja la estrategia, la comunicación, la entrega y asunción de responsabilidades, y la argumentación entre los integrantes de los diferentes equipos.

En esta línea, es necesario coordinar previamente con la persona responsable de la formación de la empresa/grupo los aspectos  a trabajar, lo que permite adaptar la dinámica a tal fin.

3.- Selección de personal y reclutamiento: los juegos-competiciones se transforman en herramientas que permiten a los reclutadores analizar comportamientos a partir de las dinámicas que se generan dentro de diferentes equipos, en los que no hay roles predefinidos.

Como sucede con la opción formativa, en fechas previas al desarrollo de la actividad se acuerdan con los responsables de los procesos de selección, los puntos sobre los que ha de centrarse el juego para que éste sea funcional y les permita elaborar análisis adecuados.

En nuestro caso, la evolución de los juegos hasta convertirse en canales para el trabajo formativo o de selección de personal ha sido muy orgánico, casi natural, como el vino, que pasa por diferentes etapas hasta ser reconocible y diferenciable. Y en eso, en vinos y actividades, sí somos originales.

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¿Es el Enoturista un ser extraterreste?

10 de Febrero de 2018

"Pero si ir a hacer enoturismo es tener que coger el coche, conducir una pila de horas y total ¿para qué? para tomarte unos vinos en el quinto pino".

Esta definición tan especial de Enoturismo nos la planteó en su momento un visitante que, refunfuñando porque su esposa casi le traía a la fuerza, vino a Visitar Bodega y Viñedos Casa del Valle hace aproximadamente cuatro años. Lo curioso es que hizo partícipes de sus pensamientos al resto de integrantes el grupo con el que vivió la experiencia cuando aún no habíamos terminado el recorrido, antes de la degustación de los vinos, y lo hizo riéndose y haciéndonos reír. Hoy este visitante, Juan Carlos, ya es prácticamente parte de la familia, porque es raro que pasen dos meses sin que tengamos el placer de recibirle de nuevo en la bodega.

Hace años ser enoturista en España era sinónimo de ser un poco extraterrestre, pero de un tiempo a esta parte ha pasado algo: o nos han invadido civilizaciones del espacio exterior o ha germinado un interés por todo aquello que tiene que ver con conocer los procesos de elaboración de los vinos (nosotros optamos por pensar que la segunda posibilidad es la correcta). 

La Asociación Española de Enoturismo propuso a la RAE una definición de Enoturismo que fue aceptada en 2016, siendo ésta: "Modalidad de turismo basada en desplazamientos a entornos vinícolas, con el propósito de conocer, disfrutar y compartir experiencias en torno a la Cultura del Vino". Lo primero que se hace evidente es que nuestro amigo Juan Carlos sabe crear definiciones más fáciles de entender, porque ¿Qué son las experiencias en torno a la Cultura del Vino? Pues es mucho. El mero desplazamiento a entornos vinícolas permite descubrir paisajes, pero ya en destino no sólo disfrutas de vinos con características propias y diferenciadas, sino que tienes un acercamiento ameno y cálido al lugar, a la gastronomía, a diferentes facetas artísticas de las poblaciones cercanas, a la personalidad de las gentes, a otras posibilidades de ocio. En definitiva, ser enoturista es dejarse arrastrar por la curiosidad y querer saber más de los demás, pero también de uno mismo.

Como se decía arriba, las cosas están cambiando, y así lo atestigua el informe ACEVIN 2016 (aún no se han publicado los datos de 2017) que indica que las cifras de visitas a museos y bodegas de Rutas del Vino se incrementaron en ese año en un 21%. Cifras que en la realidad posiblemente son muy superiores, ya que como indica la AEE en un artículo de Tecnovino, los datos están segmentados puesto que muchas bodegas que ofrecen experiencias enoturísticas no están dentro de esas Rutas del Vino (y pecando de falta de humildad, ponemos nuestro propio ejemplo: durante 2016 recibimos en Bodegas y Viñedos Casa del Valle a más de 6000 personas, siendo aproximadamente la mitad visitantes y el resto asistentes a eventos corpoprativos o privados organizados en la bodega).

Con todo, y siendo el sector consciente de la enorme cantidad de facetas que se pueden mejorar desde bodegas, asociaciones e instituciones, los datos son positivos dentro de la realidad española (aunque son bastantes los países que llevan trabajando en una muy buena línea en el desarrollo del Enoturismo y que están mejor posicionados como destino, lo que ha de ser un espejo en el que mirarnos) y han de serlo aún más porque las propuestas que planteamos las bodegas deben ser más atractivas y globales, pasando de "ven a mi bodega" a "nuestra bodega es el primer paso de una jornada especial para ti".

En definitiva, no buscamos extraterrestres, lo que deseamos es compartir experiencias positivas con aquellas personas que quieren disfrutar de momentos especiales mientras brindamos con nuestros vinos. De modo que si alguna vez te has sentido extraterreste, e incluso si no ha sido así, sabes que ésta es tu casa.

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Hoy levanto mi copa...

30 de Junio de 2017

Es curioso como con el paso de los años puede transformar el significado de ciertas acciones o gestos dotándolos de un carácter más amable y alegre. Un buen ejemplo de ello es el acto de brindar, aunque el origen del mismo siga siendo algo confuso:

Hay quien asegura que la historia vio el primer brindis en la Roma del siglo IV a.C. y que el motivo de realizarlo no tenía mucho de romántico, sino que la finalidad era conseguir que el chocar de las copas hiciera que el líquido de ambas se acabara mezclando, de modo que en caso de que una de ellas estuviera envenenada, dicho veneno fuese ingerido por todos los participantes del brindis.

Otra teoría, quizá más conocida, es que al brindar tiene como meta completar el círculo sensorial a la hora de disfrutar de un vino, puesto que añade el sonido que no aporta el líquido.

Sea como fuere, en nuestros días lo habitual es levantar las copas en honor a alguien (los novios en una boda, alguien no presente y añorado, un reconocimiento, etc.) añadiendo “salud” o “chin-chin” (que al parecer proviene de la expresión alemana "ich bring dir's", algo así como “te lo ofrezco”). Y es que siempre hay una buena excusa para hacer un brindis, aunque lo habitual es reservarnos para el momento en el que un buen Cava llena nuestra copa, normalmente tras haber degustado un copioso menú.

Sin embargo, y como alternativa para esas personas que encuentran demasiado seco o amargo el cava, en la actualidad se puede disfrutar de Frizzante, cuyo nombre técnico es “mosto parcialmente fermentado”, que hará las delicias de los amantes de lo sabores más dulces y afrutados, con un toque de alcohol, y burbujeante alegría.

Si tomamos por cierta la idea del brindis romano, sólo podemos estar contentos de saber que algo que al parecer nació como una muestra de desconfianza ha pasado a ser reflejo de alegría sincera. Puestos a escoger, nos quedamos con nuestro “chin-chin” del siglo XXI. ¡Salud!

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